Con una superficie de solo 0,44 kilómetros cuadrados y una población de 825 personas, el Vaticano es el país más pequeño del mundo. Es probablemente el único país del mundo que se puede recorrer a pie en menos de una hora. Lo que lo hace aún más interesante es el hecho de que el país está situado dentro de la ciudad de Roma.
La Ciudad del Vaticano es probablemente la única nación del mundo que no tiene una prisión. El país sí dispone de algunas celdas para la detención preventiva pero los condenados y sentenciados a prisión cumplen su condena en cárceles italianas, según el Tratado de Letrán. Los costes del encarcelamiento sí son cubiertos por el gobierno del Vaticano.
El Vaticano cuenta con menos de 1000 residentes oficiales y, sin embargo, tiene el mayor índice de criminalidad de todos los países del mundo. Esto no es porque tenga más delitos que otros países, sino porque tiene más delitos per cápita. Estos delitos suelen ser cometidos por los millones de turistas que pasan por la zona y los más comunes son el robo en tiendas y el carterismo. Por este motivo, la propia página web oficial de turismo del Vaticano pide a los visitantes que estén alerta en todo momento.
Se dice que los habitantes del Vaticano consumen más vino per cápita que cualquier otro lugar del mundo. El habitante medio del Vaticano consume la asombrosa cifra de 74 litros de vino al año, lo que supone el doble del consumo de los países considerados capitales del vino, como Francia e Italia.
Hay múltiples razones que explican esto. Los vaticanos tienden a comer en grupos más grandes y el único supermercado de la ciudad vende vino libre de impuestos, lo que provoca un mayor consumo de esta bebida.
135 soldados suizos, conocidos como la Guardia Suiza Pontificia, son los encargados de proteger al Papa. Fueron contratados por primera vez en 1506 por el Papa Julio II, quien necesitaba protección personal contra los enemigos de la Iglesia. La Guardia Suiza es fácilmente reconocible por su llamativo y colorido uniforme a rayas y no cualquiera puede formar parte de ella: hay que ser de sexo masculino, tener entre 19 y 30 años y medir más de 1,70 metros de altura. Además, se debe ser cristiano y haber completado la formación militar básica.
El Vaticano no tiene hospitales ni salas de parto. En consecuencia, nadie puede ser ciudadano del Vaticano por nacimiento. La ciudadanía se concede por el nombramiento para trabajar en un determinado puesto al servicio de la Santa Sede. Esta se extiende a los cónyuges, los padres y otros parientes que conviven pero, una vez que el nombramiento termina, la ciudadanía también.
El italiano es la lengua oficial de la Ciudad del Vaticano y es la lengua utilizada para todos los asuntos oficiales. El italiano es también la lengua franca, la que utilizan todos para entenderse, pero la Santa Sede utiliza el latín como lengua oficial. El Vaticano también se considera el guardián de facto de la lengua latina. Por eso, que no te sorprenda el hecho de que el cajero automático del Banco del Vaticano ofrezca instrucciones en latín.
La Ciudad del Vaticano también alberga el ferrocarril más corto del mundo. Cuenta con dos vías de 300 metros y una estación: Citta Vaticano. Las vías del tren y su estación se construyeron durante el pontificado del Papa Pío XI. Se utiliza solo para el transporte de mercancías y no hay trenes regulares de pasajeros que circulen por ella.
En 1981, el Vaticano adquirió un telescopio de última generación, que es uno de los mayores del mundo: el Telescopio Vaticano de Tecnología Avanzada. Se encuentra en la cima del Monte Graham, en el sureste de Arizona, y es utilizado por el Vaticano para llevar a cabo investigaciones astronómicas.
El Vaticano se transformó en el único país del mundo designado en su totalidad como Patrimonio de la Humanidad cuando fue incluido en la lista en 1984. La lista incluye tanto la ciudad del Vaticano como los bienes extraterritoriales de Roma: la Basílica de San Pedro y Santa María la Mayor.